"Tristes sucesos acaecidos en la Villa de Moya en este presente año de 1927, en el novenario que de costumbre se le viene celebarando de siete en siete años a nuestra preciosa imagen y excelsa patrona la Virgende Tejeda"
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I |
XXXI |
Ilustre Villa de Moya |
¡Oh!, Cristo de la Caída |
población que su nobleza |
que os veis en pura llama, |
brillaba ante el mundo entero |
corriendo muy presurosos |
pero las luchas y guerras |
llevando cántaros de agua. |
destruyeron caserío, |
XXXII |
templos, conventos, iglesias, |
Los vecinos de la villa, |
hasta quedar destrozados |
tan pronto se dieron cuenta, |
y en la completa miseria |
atónitos se quedaron |
II |
viendo cerada la puerta. |
Pero todo el vecindario |
XXXIII |
en su corazón reserva |
Qué momentos de agonía |
conociendo por Patrona |
en el corazón cristiano, |
a la Virgen de Tejeda, |
viendo el altar encendido |
que de siete a siete años |
y no poder apagarlo. |
según consta en las historias, |
XXXIV |
rinde culto nueve días |
Unos buscaban escalera |
en la villa de Moya |
para subir al tejado, |
III |
y de aquel grande peligro |
Desde tiempo inmemorial |
los sacaban asfixiados. |
se le viene celebrando |
XXXV |
costeando los festejos |
Los vecinos de las casas, |
la villa y su Marquesado |
que pronto el fuego lo vieron, |
IV |
con bastantes cargas de agua |
En este presente año |
para apagarlo acudieron. |
fue la mayor ilusión |
XXXVI |
que los nacidos han visto |
Allí juntos los tres barrios, |
con toda su devoción. |
con qué llanto se abrazaban |
V |
al ver que el Santísimo Cristo |
En el día del decreto |
y la Virgen se quemaban. |
los vecinos ofrecían |
XXXVII |
cantidades de dinero |
Cuando abrieron las dos puertas |
mayor que en toda la vida |
salió una llama de fuego, |
VI |
cayendo algunos vecinos |
Por momentos se aumentaban |
desmayados en el suelo. |
los grandes ofrecimientos |
XXXVIII |
para horrar aquella Imagen |
Como muertos los llevaron |
con muy brillantes festejos |
a las casas más cercanas, |
VII |
auxiliando a aquellos pobres |
Llegó el día dieciséis |
con refrescos que les daban. |
de Septiembre de este año; |
XXXIX |
a hora de salir el sol |
Cuando llegó el sacerdote |
cubierto estaba aquel campo |
y vió la iglesia encendida, |
esperando la salida |
a su casa se volvió |
de la Imagen del convento, |
para rogarle a María. |
en unión de los dos curas, |
XL |
la Junta y Ayuntamientos. |
Los vecinos, muy furiosos, |
VIII |
en el fuego se metían, |
Hicieron el inventario |
sacando al Santísimo Cristo, |
de sus preciosas alhajas, |
que a la Virgen no podían. |
siendo Moya responsable, |
XLI |
cantaron las alabanzas. |
También varios sacerdotes |
IX |
que en la villa pernoctaban, |
Ocho danzantes bailando |
al saber triste noticia, |
con la mayor alegría; |
que la iglesia se quemaba, |
los pueblos llueven a mares, |
todos puestos de rodillas, |
dándole vivas y vivas. |
en su habitación o cama, |
X |
con lágrimas en los ojos, |
El pueblo de Garaballa |
al Rey del cielo imploraban. |
acompañó todo en pleno |
XLII |
a despedir a la Imagen |
Quincalleros, comerciantes |
de alegría estaba lleno. |
y el público en general |
XI |
subían por el tejado |
Llegó su entrada en Landete |
para ayudarlo apagar. |
y el público aumentaba; |
XLIII |
por momentos se veía |
Sin temor, ante el peligro |
que los campos se cruzaban |
tan grande que amenazaba |
sin quedar un habitante |
cayendo los paredones, |
en su habitación o casa |
siguieron tirando agua. |
que dejase de asistir |
XLIV |
a oir la misa en la plaza |
Como grandes fogoneros |
XII |
salían de la humareda, |
Era un día de alegría |
cortando las fuertes cumbres, |
en el pueblo de Landete; |
que ardían más que la teda. |
mañana, Virgen María, |
XLV |
a Moya iremos a verte. |
Por la puerta principal, |
XIII |
como leones, desplegaban |
A las cuatro de la tarde |
por si podían salvar |
para la villa marchaba |
esa imagen soberana. |
aquella grande armonía, |
XLVI |
aquel vuelo de campanas. |
A esa Virgen de Tejeda, |
XIV |
tan bella y madre de amor; |
Tres cuartos de hora en contorno |
a esa que tanto lloramos, |
el público ocupaba, |
envuelta en llamas quedó. |
hasta llegar a la mesa |
XLVII |
que un devoto la esperaba, |
Las lágrimas a torrentes |
siendo Gregorio Lledó, |
corrían por quel suelo; |
que con alegría estaba, |
era un cuadro de tristeza |
vecino de la misma Cuenca, |
ver a la Imagen ardiendo. |
y un manto le regalaba. |
XLVIII |
XV |
Las Imágenes que había |
Tan hermosos como el sol, |
más próximas a la puerta |
que de muy lejos brillaba, |
tuvieron la salvación, |
colocándolo su hija |
pero no la de Tejeda. |
a esa imagen sacrosanta. |
XLIX |
XVI |
Todos los cuadros que había |
!Qué momento de alegría |
próximos al altar mayor, |
en el corazón humano, |
sin tener ningún remedio, |
viendo la aurora del día |
hechos ceniza quedó. |
poner tan precioso manto¡ |
Pero el Santísimo Cristo, |
XVII |
de la Caída llamado, |
A la Cruz del Arrabal |
sufrió también su caída, |
llegó a las seis de la tarde, |
quedándole roto un brazo. |
y bajo un arco adornado |
L |
le cantaron una salve. |
Y la Virgen de Tejeda, |
XVIII |
cuando el altar se cayó, |
Desde la Cruz a la Iglesia |
envuelta en todo el escombro |
era difícil andar, |
hecha pedazos quedó. |
ocupando las murallas |
LI |
por ver la imagen entrar. |
-¡Adiós Virgen de Tejeda |
XIX |
-los devotos le decían-, |
El templo fue iluminado |
que con tu precioso manto |
como un sol resplandeciente, |
en llamas estás encendida! |
y los danzantes bailaban |
LII |
al son de los clarinetes. |
- Y vos, Santísimo Cristo, |
XX |
velad por estos hermanos |
La Virgen quedó en su trono, |
a falta de nuestra madre, |
y el público se marchó, |
que por hoy tanto lloramos. |
esperando el diecisiete |
LIII |
a oir la misa mayor. |
En esto se oyó una voz |
XXI |
que del Cielo descendía; |
El diecisiete y dieciocho |
un eco triste y doliente |
era un concurso admirable, |
estas palabras decía: |
sin poder andar un paso |
LIV |
ni en la plaza ni en la calle. |
"Hijos de la noble villa |
XXII |
y todo su Marquesado |
Fuerzas de Guardia Civil |
no creaís que vuestra Imagen |
en las puertas de aquel templo, |
en el fuego se ha quemado. |
para sostener el orden, |
LV |
y sin poder sostenerlo. |
Sólo se ha quemado el manto |
XXIII |
y las joyas que llevaba |
Toda la banda de música |
y todo aquel grande lujo |
de cinco a seis de la tarde, |
que a mi corazón pesaba. |
acudieron a la Iglesia |
LVI |
para cantar una salve. |
Pero mi espíritu libre |
XXIV |
en los espacios estaba, |
Aquella Virgen preciosa |
velando a los infelices |
que en su pabellón brillaba, |
que hacia el fuego se tiraban. |
fue la última despedida |
LVII |
que a sus devotos les daba. |
A sacar aquellas cruces, |
XXV |
cuadros, hábitos y estampas, |
! Adiós Virgen de Tejeda |
porque la esencia es de Dios |
-los devotos le decían- , |
y no puede arder en llamas. |
ya volveremos a verte |
LVIII |
tan pronto sea de día ¡ |
Se quemó parte del templo, |
XXVI |
la sacristía y el altar; |
Aquí la pluma se para; |
se quemaron las estampas, |
ya no puedo pronunciar |
pero la Virgen jamás. |
un caso tan lamentable: |
LIX |
¡Quién lo había de esperar! |
Y el que tenga devoción |
XXVII |
y me lleve en la memoria, |
De diez a once de la noche, |
que me llame en su aflicción, |
que el público sosegaba |
que para él tengo la gloria. |
estando en santo Domingo, |
LX |
unos jóvenes miraban |
Y en vez de prestarme lujos |
que próximo al mismo templo |
socorer al desgraciado, |
una luz se divisaba, |
que esos tristes pordioseros |
y con las voces de auxilio |
también son vuestros hermanos. |
hacia la villa marchaban. |
LXI |
XXVIII |
Yo rogaré por vosotros; |
En aquel mismo momento, |
al que mi devoto sea, |
y con las voces de alarma, |
llevadme en el corazón |
corriendo para el peligro, |
como Virgen de Tejeda. |
en esto tendió la llama. |
LXII |
XXIX |
Madre fui antes del fuego, |
Se veía el templo ardiendo, |
y en el fuego madre he sido, |
que la lumbre lo aclaraba; |
y después soy vuestra madre |
los ayes más lastimosos |
por los siglos de los siglos." |
a muy lejos resonaban. |
LXIII |
XXX |
Pide perdón el autor |
Hombres, niños y mujeres, |
si faltas ha cometido; |
con grandes llantos, clamaban: |
Julián Montero es su nombre; |
¡Virgen Santa de Tejeda! |
su pueblo Santo Domingo. |
¡Vírgenes, Santos y Santas! |
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Iglesia de San Bartolomé en el año 1.927 |
Hasta 2018 |
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