LOS SEPTENARIOS |
Septenario, novenario, o "Fiestas de la Virgen" es el término con el que se designa la subida de la Virgen de Tejeda desde el convento de Garaballa hasta la Villa de Moya. |
El primer Sptenario tuvo lugar el día 7 de Junio de 1.639, siendo Marqués de Moya D. Isidoro López Pacheco y con motivo de una gran sequía que amenazaba con asolar la cosecha. |
Las autoridades de Moya solicitaron del P. Ministro del Convento de Garaballa llevar la Imagen a Moya y darle culto durante nueve días en la Iglesia del Convento de las Monjas Concepcionistas El día 8 llovió durante siete horas, sin cesar, un agua muy fina según narra el Padre Ponce. |
Agradecidos los vecinos por hecho tan singular acordaron celebrar el acontecimiento cada siete años |
Un simple cálculo nos indica que los Septenarios no se celebraron de siete en siete años. Así ha ocurrido en los recientes 1926, 1933, 1940, 1947, 1954, 1961, 1968, 1975, 1982, 1989, 1996, 2003 y 2010, celebrados un año despúes. |
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Esta piedra que se halla en la entrada de la Iglesia del Convento de las Monjas Concepcionistas refleja la fecha de algunas subidas |
AÑO DE 1730 A 3 JUNIO SE TRAJO A ESTA VILLA NTRA. SRA DE | |
TEJEDA | |
AÑO DE 1738 A 3 DE JUNIO | |
AÑO DE 174? | |
AÑO DE 17?? | |
AÑO DE 1780 | |
AÑO DE 179? A 3 DE JULIO |
Desde 1.927 las Fiestas comienzan el Día del Decreto, Lunes siguiente al Domingo del Cristo, en el que se forma la Junta de Festejos que ayude al Ayuntamiento y a la Iglesia en los preparativos y desarrollo de las Fiestas. |
Forman esta Junta: |
Presidente: Sr. Alcalde de la Villa. |
Vicepresidente: Sr. Cura-Párroco |
Vocal nato: Juez de Paz. |
Vocales: los que libremente quieran colaborar |
Es tradición que el Decreto se promulge el Lunes siguiente al Domingo del Cristo (que es el tercer Domingo de Mayo). Las tradiciones deben mantenerse, pero los tiempos cambian y actualmente un Lunes habría poca gente, por lo cual no cabe duda de que es más conveniente celebrarlo en el día que más gente pueda asistir. Se reproduce a continuación el correspondiente al LIV Septenario
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DECRETO DE CELEBRACIÓN DEL LIV SEPTENARIO |
En la Villa de Moya, 18 horas del día 14 de Mayo de 2.011 En el marco incomparable de la Iglesia de Santa María la Mayor de Moya, tuvo lugar el pasado día 14 del presente mes de Mayo el acto público y solemne que marca el comienzo del LIV Septenario de la Subida a Moya de la Venerada Imagen de Nuestra Señora La Virgen de Tejeda desde su residencia en el Santuario de Garaballa a Moya. |
Tomó la palabra el Sr. Cura-Párroco de la Villa de Moya para indicar los pasos que ya se han dado de cara a la celebración del Septenario. |
A continuación el Sr. Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de la Villa de Moya, pasó a leer el siguiente decreto: |
“Tras la reunión entre las autoridades civiles y religiosas con los vecinos del Pueblo de Moya, acuerdan dictar el presente Decreto en los siguientes puntos: |
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Y nada más, si el pueblo quiere fiestas es lo que se tiene que decidir ahora. Sr. Cura-Párroco de la Villa pregunta: ¿Queréis Fiestas? Respuesta unánime del Pueblo: SI |
¡VIVA LA VIRGEN DE TEJEDA¡ |
Se invitó a continuación a los asistentes a conformar la Junta de Festejos que se ha de encargar de la organización de los actos del Septenario, exceptuado a los que por razón del cargo que ostentan son miembros natos de la mencionada Junta, a saber:
Tomaron la palabra a continuación algunos miembros de la Junta para explicar algunos pormenores de las gestiones realizadas en sus respectivas comisiones (Espectáculos, Damas, Danzantes, etc) Con un VIVA LA VIRGEN DE TEJEDA, VIVA MOYA, se dió por finalizado el acto. |
También es habitual en los últimos Septenarios hacer un pregón de fiestas por parte de alguna persona relevante. |
Por su excepcional calidad reproducimos el realizado por el poeta conquense Federico Muelas el día 21 de Septiembre de 1969, presentado por D. Teodoro Sáez Fernández con la presencia de Dª Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, Duquesa de Alba y Marquesa de Moya. |
GLOSAS Y ELEGÍAS DE UNAS TIERRAS FIELES |
Ya eres del campo; ya eres |
Pueblos que el diminutivo |
toda del campo, campera, |
convierte en niños, tejed |
y el paisaje te venera |
conmigo la ronda, sed |
entre todas las mujeres. |
párvulos en barro vivo. |
Por donde quieras que fueres |
Yo abriré al gozo cautivo |
el campo te reza y calla. |
represado en las escuelas |
Deja que en volandas vaya |
la esclusa: ven Talayuelas |
del hombro, el viento, que un día |
y Zafrilla, Tejadillos |
sea de la serranía |
y Henarejos, los Campillos |
tu tesoro, Garaballa. |
de Sierra y Viento, Arguisuelas. |
Atraviesa tu pinar |
La Cierva, tímida llega |
Boniches, llega al Cabriel. |
como en rápido desliz; |
Tres ánsares hay en él |
casi canto de perdiz |
que nadie puede lograr. |
vienes Alcalá de la Vega. |
Olvídate del collar de oro que esconde tu suelo. |
Villar del Humo se entrega |
Queremos plumas que al vuelo |
deshilachada en el viento. |
prefieran el agua pura... |
Suena monocorde y lento |
Ofrécele su blancura |
el canto de una cigarra: |
tibia a la Reina del Cielo. |
es la voz seca de Algarra |
proclamando su contento. |
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Lava en el Guadazaón, |
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Carboneras, tu semblante, |
Su caserío al cortejo |
y arrodíllate un instante |
Garcimolina ha traído |
al cruzar el panteón. |
y Pedro Izquierdo ha venido |
Ven con nosotros. Ven con |
como buen cristiano viejo. |
el recuerdo que aún impera: |
Con singular catalejo, |
la pareja más señera |
Mira, en su cumbre lejama. |
de vasallos en Castilla: |
Mientras, Landete se afana |
Beatriz de Bobadilla |
y con limpieza ejecutoria |
y Don Andrés de Cabrera. |
liga vida con historia , |
el ayer con el mañana. |
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Pajarón, Pajaroncillo, |
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venga vuestro vuelo aquí, |
También con su cruz alzada |
diga vuestro canto si |
Santa Cruz de Moya vino. |
Ella cruzó... |
No es de plata, ni oro fino, |
En el Cubillo |
no es filigrana labarada. |
vimos su paso sencillo |
Es la humildad recatada, |
reflejado en cuenco breve. |
la más preciada humildad. |
No era nube, no era nieve, |
Dos trazos que su verdad |
no era luna, no era estrella... |
proclaman sencillamente. |
¿Quién sería esta doncella |
Y detrás gente, su gente |
de tan grácil paso leve? |
de limpia sinceridad. |
Valdemeca, Veldemoro, |
Ya estás en Moya. No llores |
Valdemorillo, |
Virgencilla de Tejeda. |
prestadme vuestro creciente; |
Sí, tan sólo esto nos queda |
dejadme vuestra cimitarra de oro... |
de remotos esplendores. |
No quiero jugar al toro |
¿Que qué de los vencedores |
con su cuerna; no, no es |
muros, decidme?, ¿qué ha sido |
juego mi afán... ¿No la ves |
de tanto orgullo erigido? |
a Ella tan cerca?... |
Gimen la lluvia y el viento, |
Yo quisiera |
¡Hoy Moya es el monumento |
que como escabel tuviera |
patético del olvido! |
la Media Luna a sus pies. |
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Es triste, |
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Ahora que vas a brindar, |
bien lo sé, el abandono de las ruinas; |
Reíllo, tu vasalleje |
es amargo dejar atrás los restos usados |
se le ofrece a tu linaje |
por los nuestros, por nosotros. |
la ocasión más singular. |
Sé que os llaman las piedras derrumbadas. |
Nunca pudiste soñar, |
Sé que en el hueco roto, allá en el muro, |
Rey Mínimo, tanto honor. |
aún veís rostros y al fondo de su encuadre |
Despliega ya en su lor |
donde ahora cruzan nubes, quizás vuelos, |
tu alfombra de tierra fina |
adivinaís la estancia, la penumbra |
para su planta divina. |
grata del viejo hogar, de aquel rebujo |
¡Que es la Madre del Señor! |
que albergó vuestros años, ya en la nada. |
Yo sé que testimonian con la cifra |
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Graja de Campalbo, vas |
de su elocuencia fúnebre los huesos |
y vienes, es tu destino. |
bajo la tierra, las progenies. Duermen |
Pasa y repasa el camino, |
su silencio, su paz tan bien ganada, |
las cumbres de ras en ras. |
los vuestros en la tierra vuestra, vuestra... |
Síguela, dibuja tras su marcha tu cruz viajera |
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santiguando la carrera |
Mas no penseís que pido el abandono |
con tu sombra, con tu vuelo. |
total, la soledad para los cuervos, |
Que al cuello se ha puesto el Cielo |
y las mantas de tierra encubridora; |
tu cruz de plumas señera. |
para hierbajos que ni aun nombre tienen. |
Yo sueño aún con el hogar en estas |
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Sal de tu Hoyo, La Cañada, |
tierras ya del olvido, pero cuando |
y ponte al punto en camino. |
sean posibles la canción, la lumbre; |
Derrama Fuentelespino |
cuando de monte a monte las campanas |
tu bordón por la quebrada. |
trencen sus voces; cuando el humo pueda |
Salvacañete, salvada |
gozosamente rotular las páginas |
estarás si peregrinas. |
del limpio añil; cuando en las plazas canten |
No temas por tus salinas, |
los niños y se instauren los verdores, |
ni tema tu fruto mano. |
crezca la filigrana de la espiga, |
Ven Salinas del Manzano |
murmure el agua y los caminos trepen |
por estas rutas divinas. |
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¡ Soñemos, mis amigos! Y pidamos |
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La Huérgina, sofocada, |
a esta Virgen tan nuestra, que el portento |
vino desde su rincón, |
sea posible, que la tierra vieja |
y llegó San Martín con |
del Marquesado, cante bazas nuevas. |
su bella capa rajada. |
No serán las alguras belicosas, |
Mirad cuán encampanada |
páginas que la sangre escribe; el campo |
La Huerta del Marquesado, |
no empezará donde el potente muro |
y ved como ha empavesado |
con almenas otea la distancia. |
La Laguna sus cristales. |
Mañana, en las oleadas rumorosas |
cruzan águilas caudales |
el trigal lamerá las bardas blancas |
su noble espejo azogado. |
y habrá un crecer metálico de antenas |
que se recogen estampas invisibles, |
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Esconde tus uñas fieras |
músicas que celoso guarda el viento. |
caundo Ella pase, Aliaguilla. |
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Acaricia sus mejillas |
No, no podeís morir, pueblos que un día |
con tus flores, no la hieras. |
en pie pusisteis la mejor Historia. |
Renueva las primaveras |
España os quiere vivos, no reliquias. |
más hermosas con tu olor. |
¡Gente del Marquesado que conjuga |
Sé flor sin espinas, flor |
la fecha y pastorea la mirada |
alta, de la serranía, |
de la Virgen, soñad; soñad conmigo! |
que está pasando María, |
¡Que en los nidales del ayer, mañana |
la Madre del Redentor. |
nuevas alas ensayen limpios vuelos! |
PREGÓN DE FIESTAS DEL L SEPTENARIO (Carlos de la Rica) |
Convoco en Moya al gran encuentro, a la noche y al día; al pasado, al futuro y al presente; a los relámpagos y las nubes; al caserío perdido el rumbo; a las hormigas que subterráneas las recorren; a las gentes y al abismo, a los vientos; al pulso que aún late en el llano; a los rostros y al gentío que estos días aquí se apiña; al cielo que palpita y que a Moya y su Castilo entiende. A la piedra llamo desde esta almena, desde la mínima Iglesia tan gigante, desde este pedestal en ruinas. A Moya arrastro con mi voz a los ancestros; al Mariñas y a Don Andrés, a Beatriz y a Juan, aquel sencillo que dejó por oirla a Ella su ganado bajo el tejo y su ramaje; a los Pedros, Vidas y Fernández, al Tarik aquel conquistador y, a su paso, a D. Rodrigo, al Rey Alfonso y a la Virgen que llevaba en el arzón. Venid a Moya los serranos y conquenses, castellanos y del Reino de las barras y los gules; salid de vuestras casas; acudid a este concilio invadiendo con las almas y los cuerpos estos predios que aún reciben en sus muros yermos el latido y la sangre de cientos y más, miles peregrinos ochocientas veces centenarios. |
Subo en el recuerdo y la memoria, pero cierto, y con mis manos a exprimir los torsos de la historia y gritar recio el abandono de esta Villa de la tierra y la sierra desplomada, del campo que atormenta y que gime y no sabe y sí ignora si ha perdido su camino. Moyanos, los que fuisteis el latido de las casas, los hogares y los fuegos, ¿dónde habita el guerrero que acechaba en la atalaya? ¿Dónde muelen los molinos? Duerme en el suspiro el amante de la libertad, frente al invasor y el proclamador de las cadenas; vosotros, los moyanos de rostro en senda y de calientes pulsos, ahora en la noche, cazadores de antaño, voladores con los alcores; recorriendo con las flechas bosques y las ásperas colinas que en los atardeceres y en la aurora sorpresa son de lo agreste vivo, de la fiebre y nunca de los llantos, vino ensordecedor y en trance de sondear el hondón de las íntimas razones. |
Quisiera liberaros de los pozos del olvido, de este cementerio de calles y de Iglesias escocidas¿A qué allá recurriría si ya no sois más que larga hilera de árboles quemados, abandonadas las sandalias al borde de un ciclo cruel que os arrebata en su carro de metal precioso? ¿Qué salto dar en los silencios? Lejos sabemos el moldeado entornado de las puertas en espera de fruta y de canastos, el líquido que conforta y refresca, la manzana y el dulce higo. Moya gloriosa e inpertérrita, Villa de rueca y terciopelo, de cota y de ballesta. Suena el bronce de Santa María y aún abajo de este puerto unja el aceite al guerrillero y al soñador, cálido rescoldo de un ayer sin retorno y ya callado. |
Moya golpeada, sin césped y en soledad masa de un humo espeso y como de sangre en coágulo pero todavía remota armonía de cuanto ha extraviado el tiempo en su fanal de vidrio. |
Y sin embargo aquí estaís vosotros, los vigilantes constantes de sus aldeas, cargando en vuestros hombros una imagen que más que los cuerpos lleva el murmullo y el bisbiseo de la plegaria o la espuma del fervor mariano que a Tejeda acerca esta crónica dictada en el pinar y el duro asperón de las montañas del Marquesado alzado desde el Guadazaón, río de las tantas fuentes, dañado igualmente por el manotazo de los falsos progresos y apenas con tanta agua. Porque habeís llegado por el rumor de otra voz convocados que en pie os mantiene a pesar de los gemidos de los verdugos y de los suicidas para proclamar que deseaís defender unas tierras que os legaron y que otros abandonaron y que por ello mismo son más vuestras. Los que en estos momentos reclinaís la hoguera y el lecho en la ladera de Moya sin subir pero subiendo a la desierta meseta y os seguís llamando Villa y otros Arrabal y resto Huertos, sucesión en Santo Domingo, y quien sabe si resucitadores. Los de ojos penetrantes y en vigilia hacia el altozano habitantes de poblados en otra hora vasallos del Marqués y, al fin, dueños de las propias campanas. |
Porque vosotros debeís salpicar de claridades el confuso mañana y no ser únicamente notarios de pergaminos, sí boca viva y rumor cierto en ademán de intentar el milagro. |
He ahí el motivo: sí heredado del pasado, más con la caracola o la trompeta de las seguridades y los propósitos. Por ello celebraís la fiesta conduciendo al lugar la Imagen de María de Tejeda pues Ella está viva y latente con los pulsos suyos en los vuestros. A festejar los centenarios, el otro cincuenta, los septenarios, pero con algo a los que agarraros, no al débil desplome ya de los barrancos, esperando la furia incontenible del animal toténico subiendo a la plaza, surgiendo de entre barrancos, perdurando entre las piedras razón misma y continuación de la existencia. Vereís, una vez más, remolcando el toro los vientos que llegan de la pradera, arrastrar el rescate de las frentes que parecían vendidas. No a otros, a vosotros mismos sed fieles, al propósito firme de un hallazgo de lo que es imperecedero: el genio de estas tierras que lo seguirán siendo posesión de los hijos si poneís en ello la fuerte voluntad de hacerlas escozor de la sangre propia. No pongaís en extraños la esperanza, es posesión de quienes conquistándola pusieron en la Villa blasones y la afirmaron con fueros por ser para siempre libres y defensores de la libertad. |
No mintaís con fiestas y cohetería las soledades ciegas. La fiesta se hizo para los encuentros y el diálogo, el abrazo y el solaz común de quienes se saben pueblo. Y pueblo es la palabra que pronuncio ahora por sacaros del marasmo y la entraña de las cuevas oscuras. Reuníos los habitantes y cuantos os sabeís y os llamaís moyanos. Y acudid los demás, los de los confines del Marquesado porque se trata de celebrar conjuntamente unas fechas y ocasión son de un detenido examen, de concienciar el propio protagonismo. No podemos otorgar a la historia certificado de grandeza y luego acostarnos en el colchón de las cómodas renunciaciones. Nuestro Marquesado se desvanece de gentes y se despuebla porque las condiciones de vida son incómodas y no valen para esta época, pero por ello mismo el engranje grita por la supervivencia y en ella se reclina y afianza. Recobrad el sentido que os hizo y forjaron los padres y serlo de quienes llegan. Ahora mismo alzaís en la proclamación festera una reina sublimada en el concierto popular y testa entre las damas, haciendo de la monarquía blasón de perennidades, símbolo de una fuerza ancestral que en la mujer tiene la mejor esperanza en este lugar de espadañas vacías: ella abre hacia cuanto viene el ansia y la aventura, la aurora brotando de sus dedos e hilos de la rueca en ellos. Traed acá la corona o diadema, ungid la cabeza y confesemos los sagrados enseres de la realeza. |
También alzada Moya tutela con sus muros epopeyas y conquistas, puertas de par en par en este año de gracia y referencia a 1.183, a Alfonsos, masa de pan cristiano y sus viandas: que Don Janes venga al jeroglífico de sus calles por otorgarle arcedianato y el rey aumente sus vecinos traídos de otras partes. Corran días y truequen victorias y derrotas los moyanos: alzada se defiende escribiendo con sus venas privilegios, quebrante pleitos prosiguiendo por ser tan elevadas las cuentas de los fueros, y alcaldes de ella lo sean los señores caballeros, aquelos tan ufanos cuya frente y torso son de Castilla y su frontera. Que los mozos rebrojen de las ruinas aquellos rostros otros que fueron prez, y no huyaís de estas ruinas actuales; llenad los huecos y del silencio, usando la luz de antaño, encended por eso vuestra propia tea ahora. |
Latiendo en el regazo de Ella incorpora tú, a la visión tan bella, entrañas que acojan el mañana cierto. De las brasas encended vuestras hogueras y llamarla con razón muy en pertenencia pues esta tierra es puerto y a la Virgen retorna los ocho siglos que son pétalos de su flor y más que todo divina permanencia. Entre estas ruinas se colmen las gentes de un vuelo extraño y no son sólo visión para la vista pues deferente el umbral se abre y, más que sorpresa, la constelación de devotos aparece, fanal infinito, y una reciente conquista de amor. Venga la Señora de Tejeda y viva abriendo vuestras carnes, que el collar y corona en este hermoso enjambre de hombres y mujeres, de niños y de mozos y los ancianos cuajados de años y cuencos son de la misma miel. Continúe acercándose para proseguir la cita: Moya despierta y su nombre, otra vez, asocia el vino y el licor de Tejeda.. |
No penseís otras armas que cuánto sois, pero de vuestra pobreza se perfila el prodicgio y debeís conseguir el asombro. o sé de la tenacidad de las gentes nuestras: no es la pereza la mejor espera, ni el que nos lo dén todo sin esfuerzo ni lucha el mejor promotor. Sudor y no lamento, azul y no oscuridad ni tenebrosas atmósferas. Aún está en pie el torreón y ahí viva la legada de María de Tejeda. Llenad el mapa de la Sierra y de Moya de algo más que una fiesta. Cuando estas tierras rebosen colmadas de vítores pensad en lo que parece inverosímil e imposible y dad el légamo al caudal de nuestras aguas. Quiero saber si los árboles poblarán seguros los montes, si los semblantes harán de Moya centro del mundo. Sólo de esta suerte desgarrareís las tinieblas. |
Pregoné temblando en estas abruptas tierras y ruinas y no a piedaras y zarzas: a mujeres y hombres de Moya. Pero si estos no fueran, yo invoco a estas mismas piedars y aves el milagro del río despertando el rumor vegetal que es la vida. En fiestas os dejo: seguid inflexibles, pero alconeros desde esta última Castilla, devolviendo a los siglos que llegan el nombre y la libertad de Moya. |
Los Septenarios se conmemoran actualmente los días del 16 al 26 de Septiembre. Las tareas agrícolas obligarían a los vecinos a cambiar las fechas de Junio o Julio a Septiembre. |
Quizá sea conveniente revisar estas fechas en próximos Septenarios. |
La subida comienza al amanecer con la salida de la Virgen de su Santuario acompañada por las autoridades civiles y religiosas, Reina y Damas de honos y de "los danzantes" |
Bajo un arco engalanado en las puertas del Convento se procede a la lectura del Inventario de las jojas y demás objetos que lleva la Virgen en su traslado. |
Los vecinos de Garaballa portan la Sagrada Imagen durante el recorrido por su término municipal hasta el límite con Landete donde "los quintos" se hacen cargo de la misma recibiendo el bastón de mando del Ayuntamiento. |
Hacia el medio día llega la comitiva a la Plaza del Ayuntamiento donde se canta una Salve bajo un arco y posteriormente a la Iglesia donde descansará hasta las cuatro de la tarde en que inicia su romería hacia Moya. |
En la Mesa que separa los términos de Landete y Moya, son los vecinos de Santa Cruz de Moya quienes la llevan desde la carretera a la Mesa y desde esta a la carretera, momento en que toman el relevo los vecinos de Moya, recibiendo también como en Landete los bastones de mando de ambos Municipios. |
En Los Huertos bajo otro arco se vuelve a cantar una salve, igual que al llegar al Arrabal. |
Entra al anochecer del día 16 en la Iglesia de Santa María donde permanecerá durante los próximos nueve días, hasta el 26 en el que se tras una misa se inicia el traslado a la inversa hacia su Santario, llegando al mismo sobre las cuatro de la tarde. |
Cada parada en "las mesas de la Virgen" vuelve su mirada hacia Garaballa. También al pasar por los cementerrios dirige una mirada hacia ellos. |
Para más información consultar: |
Los Septenarios. Moya por Santa María |
Eusebio Gómez- Teodoro Sáez |