A las seis de la tarde del dia 10 de Septiembre del 2011 tuvo lugar en la Plaza Mayor de la Villa de Moya el acto de la presentación oficial del LIV Septenario. PREGÓN DE FIESTAS I TREINTA Y TRES AÑOS DESPUÉS... Jesús Navalón Checa Hace Treinta y tres años, dos días después del 23 de Septiembre de 1978, fecha en la que fuí ordenado Sacerdote en la parroquia San José Obrero de Cuenca, me entrega el nombramiento en una pequeña cuartilla, Don Feliciano Torremocha, Secretario Canciller del Obispado; están escritos los siguientes pueblos: Santo domingo de Moya, Arrabal de Moya, Casa de Pedro Izquierdo y Casas de Garcimolina. Yo le pregunto: "¿Dónde están esos pueblos?" y él me contesta: "Coge La Rápida y lo ves". Siempre me acordaré de la sencilla y simple contestación del Secretario Canciller. Y eso hago yo, a los dos días cojo La Rápida que me lleva a Landete, donde me esperan D. Tomás Fernández y D. Herminio Toledano, Arcipreste, quien con un Dyan 6, creo, me lleva hasta El Arrabal donde un Sábado por la tarde celebro mi primera misa en la que soy presentado en la pequeña capilla a todos los feligreses, feligreses que han acompañado a todos y cada uno de los sacerdotes a lo largo del tiempo. Al día siguiente, Domingo, fuimos a Santo Domingo de Moya, donde además de la presentación ya se me indicó el lugar donde iría a vivir. Una casa que el Ayuntamiento tenía habilitada para el Sacerdote que viniese. Unos días después en una furgoneta de el "Butanito", antiguo torero, con el que yo había trabajado durante varios años, hicimos el traslado para instalarnos en la que durante cinco años sería la casa en la que viviríamos mi madre y yo. Casa que fue más que un techo y unas paredes. Porque una casa es mucho más que cuatro paredes y un tejado. Desde siempre he intentado que en mi casa se sienta cada uno que vaya como "en su casa". pues la casa del Sacerdote no es un lugar sólo de servicios. Entiendo que la casa del Sacerdote sebe ser la de Jesús que acoge, como la de Marta y María. A la casa del Sacerdote no sólo se va a "pedir partidas de Bautismo, comunicar que mi chico se va a casar el año que viene, o que hay un enfermos que tiene que ir a verlo, o que mañana a las doce enterramos al hermano Pepe". La casa del Sacerdote, y sobre todo el responsable de la misma debe estar pendiente de todos los "doloridos". El responsable de la casa parroquial es: Médico, pastor, padre, hermano..." No un simple funcionario. Una vez instalado en Santo Domingo de Moya, unos meses después comienza la época de las matanzas. Recuerdo el primer día que me llamaron a una matazón. Me indican que sobre las once de la mañana, que ya han limpiado el cerdo y van a almorzar, que me acerque yo también. Y les indico que cómo voy a a almorzar si no he ido a trabajar. Me indican que cómo va a trabajar el cura. Y yo les digo:"¿qué os creéis que los curas no trabajamos?" (En concreto ese mismo verano y el anterior yo había estado de panadero en Leganés hasta las vísperas de ordenarme de Sacerdote). El caso es que a partir de aquel momento me salieron contratos de matanza por un tubo. A las siete de la mañana enfundado en el mono iba a la matazón que, previamente había concitado. Ahora entiendo lo del colesterol. Almuerzo fuerte, y lo que más me sorprendió eran las cenas: Ensalada de judías, arroz y para colmo garbanzos..." ¡Cuántos momentos hermosos!. A mí, personalmente, me vinieron de maravilla las matazones para conocer a los que iban a ser mis feligreses. Igual que en las damas y en el juego se conoce al caballero, yo diría que en el trabajo y en el trato se puede hacer un buen retrato. Un recuerdo grato es cuando en La Casa de Pedro Izquierdo arreglamos una pequeña ermita en lo alto de un cerro, no recuerdo a quién está dedicada. Sólo sé que no podían subir tractores. Todo lo tuvimos que hacer de manera casera. Todo con mulas: agua, madera, arena... Me recordaba lo que hacen los misioneros donde carecen de todos los medios pero manifiestan la grandeza de lo pequeño. Y otro recuerdo de un año en el que después de celebrar la fiesta se presentan con una canasta de huevos. Siempre he pensado qué grado de generosidad de una gente que no era especialmente rica. Poco a poco intentas conocer más y mejor a tu gente.¿Cómo anunciar a Jesucristo a esta pequeña parcela de la Iglesia?. Vienes acostumbrado a la ciudad, pero descubres que Dios es el mismo en el pueblo y en la ciudad. Sí que os puedo decir que nunca he hecho distingos. Y en mi caso menos, siempre he llevado a gala ser de pueblo. Siempre he sido "el chico de la Mariana y que soy de Torrecilla (en la actualidad diez personas)". Miguel Delibes en uno de sus libros dice que para humillar a un campesino alguien le dijo: "Llevas la boina en la cara", y yo diría: "a mucha honrra". Con mucho gozo recuerdo: El teatro. Antes de nada un recuerdo y una sentida oración por José Antonio. No puedo mencionar Teatro y recordar a uno de los muchos y grandes actores en invierno y en verano: La barca sin pescador, La Dama del Alba, Los caciques, diversos sainetes...Agradezco a los jóvenes que en aquel entonces tuvieron a bien colaborar. Creo que a ellos y sobre todo al pueblo les hizo mucho bien. Agradezco la generosidad de unos jóvenes que invirtieron su tiempo en hacer felices a los demás. Cuántas noches en verano, a costa de no descansar y al día siguiente tener que madrugar, y mucho, ensayaban para poder, luego, hacer que nuestro pueblo pudiese disfrutar. Pido también perdón por algunos malos entendidos que algún sufrimiento que otro tuvimos, no iba a ser todo de color de rosa. De las tradiciones religiosas no me puedo olvidar el Cristo de la Caída. ¡Qué espléndido recuerdo el de la Novena!. Siempre recordaré como si de riadas de gente se tratara desde Santo Domingo y Pedro Izquierdo, de Landete y de Los Huertos que venían a desembocar a los pies del Cristo. Veintiocho años después, sin poder evitarlo, resuenan en mi interior y en el exterior: "Porque sois de la caída Santo Cristo Milagroso..." Siempre he pensado que en pocas zonas o comarcas tienen las tradiciones tan arraigadas y con tanta fuerza como lo tiene la tierra de Moya. Vine a Moya con 24 años. Mi primer destino. Siempre he dicho que, al igual antes, dicen que quien iba a la mili se hacía un hombre, yo digo que en Moya aprendí a ser cura. Los que me conocen saben que la palabra Moya ha salido de mis labios y siempre en señal de agradecimiento. A mis 57 años y especialmente en este momento con un cáncer galopante quiero agradecer a vosotros los moyanos y a la Virgen de Tejeda lo mucho bueno que en mis 33 años de sacerdocio he recibido. "Todo empezó en Moya". La Virgen de Tejeda ha sido clave en mi vida y en mi historia personal. En mi devoción a la Virgen, la Virgen de Tejeda ha ocupado un lugar preferente. No era yo especial devoto de la Virgen. Justamente mi vinculación con la Virgen de Tejeda hizo resurgir en mí una devoción que no había tenido ni de seminarista. Y tengo que decir que gracias a la Virgen de Tejeda he secubierto la cercanía de la Madre. Desde entonces son muchas las Novenas que en mi acción pastoral he tenido que predicar y siempre la Virgen de Tejeda como referente. Y como no recordar el Septenario de hace veintiocho años. Aquel año y Septenario celebramos el Octavo Centenario de la Diócesis y de Moya. Nunca podré olvidarlo. ¡Pocos momentos tan hermosos se pueden recordar como un Septenario! Mi final en Moya fue lo más hermoso y grande que un sacerdote puede tener en su vida sacerdotal. Recuerdo a mis compañeros sacerdotes, ¡cuánto disfrutamos! ¡Cuántas confesiones! Recuerdo la cantidad de peregrinos de zonas de Teruel y Valencia, ¡qué devoción, qué cariño a la Virgen de Tejeda! Y después de Moya a Altarejos, Fresneda, Villarejo Seco y Poveda de la Obispalía. Once pueblos ya (pues Algarra también lo llevé un tiempo). A cada pueblo nuevo le buscaba su equivalente de los pueblos de Moya. Y luego Villar de Olalla, Tórtola y Valdeganga, nueve años, donde empiezas a perder seres queridos: madre, hermano. Tienes que aprender a vivir con el "solo Dios basta". Pero experimentas que Dios no abandona a sus hijos. Mi cercanía a Cuenca ciudad me ha ayudado a llevar mi vida personal y sacerdotal: reuniones, charlas, participación en movimientos. He sido un privilegiado, pues durante los años que llevo de sacerdote muchos han contado conmigo en lo que es tarea sacerdotal. Nunca he estado ocioso. Lo que ha hecho que hasta hoy me sienta muy contento Con el cambio de Obispo, D. Ramón tiene a bien contar conmigo como colaborador, nombrándome Vicario de Pastotal. Fueron años muy interesantes. Estar cerca del poder tiene sus ventajas, pues conoces de cerca los pequeños y grandes problemas. Capellán de la cárcel. Psiquiátrico. Atención a pueblos sin sacerdote... Y por fin, El Provencio. Cuando alguien vive en la ciudad parece que es para siempre. De Santa Ana, parroquia en la que me sentí como en mi casa, pues tenía muchos antiguos feligreses, me trasladé al pueblo. No es muy frecuente el cambio de la ciudad al pueblo, ni de un cargo relativamente tan importante a un pueblo. En mi caso no ha supuesto un trauma sino una bendición. Los "serranos" tenemos una rara concepción de la Mancha. Pero los tópicos no funcionan. Al menos en mi caso. Llevo nueve años en El Provencio y me recuerda mucho a mis primeros años en Moya. Sabéis que hace cuatro años y medio me sentí afectado por un cáncer. Batalla en la que me veo envuelto. Dios y un servidor sabemos lo que nos espera. Dios gana todas las batallas. Son muchos los amigos que colaboran para que en esta guerra no caigamos derrotados. Gracias por llamarme. Es una buena vitamina para pasar estos momentos, para mí nada fáciles. ¡VIVA LA VIRGEN DE TEJEDA! ¡VIVA MOYA! PREGÓN DE FIESTAS II GLOSA CON MOTIVO DEL LIV SEPTENARIO DE LA VIRGEN DE TEJEDA Alfonso Martínez González Queridos Moyanos e hijos del Marquesado: Desde la más remota antigüedad, incluso más allá de lo que la memoria histórica alcanza, los moyanos y muchas personas del antiguo marquesado han transmitido a sus herederos sus acontecimientos más importantes, sus creencias, sus leyendas y efemérides más relevantes con amor y fraternidad. Un Septenario más, MOYA va a celebrar desde el 16 al 26 de Septiembre su gran fiesta en hornor a Nuestra Señora "SANTA MARÍA DE TEJEDA", que como es tradicional desde el año 1.639, se viene celebrando cada siete años. Y es que este CERRO tiene algo excepcional, su historia; desconocida incluso por los hijos de esta Villa, porque es tan antiguo e ilustre este nombre que procede, en opinión de muchos tratadistas, de la noble CASA DE LOS MARIÑOS, en el Reino de Galicia, de antigüedad tan remota que algunos genealogistas aseguran su existencia en época anterior a la invasión sarracena como procedente del elemento hispano-romano. Volviendo nuevamente a nuestro estilo, MOYA, no sólo nos queda el recuerdo de lo que fue, sino que durante los días del Novenario en honor a la PERLA DEL MARQUESADO, entre saludos cariñosos de los que nos visiten, saldrá la SANTÍSIMA VIRGEN DE TEJEDA en unión de su hijo el SANTÍSIMO CRISTO DE LA CAÍDA el día 21 de Septiembre, día de mayor esplendor, de la Iglesia de Santa María, entre grandes clamores de sus habitantes, porque la tradición no se ha perdido, porque esta historia se ha forjado siglo a siglo, con hombres honrados, sencillos y honestos que sus generaciones anteriores les inculcaron. Y me viene a la memoria, el recuerdo de un ilustre conquense D. Luis Martínez Kleiser que nos honró con su visita a esta nuestra Villa y quedó tan emocionado que cuando regresó a su capital, le faltó tiempo para escribir un artículo en el periódico de la Provincia que transcribo a continuación para que podáis hacer una reflexión de lo que fue nuestra MOYA: "Los conquenses pronuncian aún con respeto, con recogimiento, el nombre de MOYA, consagrado por la celebridad de un pasado glorioso. Rescatada de manos de los árabes por Álvaro Das Mariñas, fue villa de realengo; hasta que los Reyes Católicos, deseando premiar los servicios de su valido y mayordomo, el Alcalde Mayor y Guarda Perpetuo de los Reales Alcázares, Andrés de Cabrera, se la cedieron con el Título de MARQUESES DE MOYA, como cabeza de un señorío que comprendía 36 poblados. Por su situación estratégica, encumbrada sobre el CERRO DE LA MERCED, por su posición geográfica, enclavada entre los Reinos de Valencia, de Castilla y de Aragón, habia sido primero clave o piedra angular de la reconstrucción patria, en aquella parte del territorio hispano. Convertida después en capitalidad de toda una REGIÓN conquense, vio premiadas sus anteriores inquietudes con largos días prósperos, felices y tranquilos. Habitada por poderosos caballeros, poblada según alguna afirmación hiperbólica, por más de 6.000 habitantes, enriquecida por sus señores, envidiada por los extraños, renombrada en la CORTE y fuera de ella, y proclamada de hecho, como baluarte y florón de la Corona Castellana. Más clara o más confusa, con precisión de detalle o con vaguedad de contorno, la anterior estampa histórica está grabada aún más en el corazón que en la memoria de todos los contemporáneos de FRAY LUIS DE LEÓN, quienes con ocasión de las Exposiciones de Sevilla y Barcelona, tuvieron además de contemplar momentáneamente exhumadas a la luz de la Administración pública, una CRUZ, UN CÁLIZ, UN COPÓN, UNA CUSTODIA Y UN INCENSARIO GÓTICO DEL SIGLO XV, algunas ropas con bordado de imaginería, que salieron entonces al mundo, dispuestos a romper una lanza en defensa de los pretéritos y extinguidos esplendores del agotado señorío. Y todo ello, lo que se sabe y lo que se adivina, lo que existe, y lo que sin ninguna duda existió; las joyas actuales más valiosas, como residuos de un tesoro desaparecido que como núcleo de un tesoro existente y las evocaciones históricas más infiltrantes de altisonancia y de empaque, cuanto más indefinidas y misteriosas. Todo ello, repito, alcanzó de los conquenses y de los hijos de la villa, el tradicion al triunfo de que el nombre de MOYA, no se pronuncie nunca por sus labios, sin ENARCAR las cejas, encampanar la voz, espaciar las sílabas y bajar a las notas más graves los sonidos, como acatamiento de admiración rendida y hasta de vanidad regional, hacia uno de los más indiscutibles momentos de sus glorias pasadas". La sede de tanto poderío ha quedado reducida a un montón informe de escombros abandonados; la erguida fortaleza en collado mustio y quejumbroso; la ciudad populosa y riente en campo de soledad y pesadumbre; el gesto del vencedor, en la mueca espantosa del vencido; la abundancia en miseria; la alegría en tristeza; la gallardía en abatimiento; la vida en muerte; la lección vibrante de la historia, en un amargo texto de resignada filosofía. Del poderío y del esplendor de la antigua MOYA aólo quedan los ecos mortecinos y quejumbrosos de las remembranzas, la nostalgia del ayer, algunas bóvedas y muchos edificios desmoronados; unas joyas que acaso llegaron hasta nosotros por la poca importancia que tenían comparadas con las que constituyeron su tesoro: el desierto HOSPITAL DE SANTIAGO, erigido por la noble familia de los ZAPATAS. Una Iglesia de las siete que en su reducido recinto había levantado la FE, y estos montones de piedras labradas, túmulos funerarios de bien andanzas antoñanzas; canchales de palacios y templos hundidos, que son verdaderos monumentos levantados por la consunción a la tristeza y al desconsuelo del olvido, del exterminio y de la muerte. Esto queda de nuestra MOYA en nuestos días SIC TRANSIT GLORIA MUNDI. Al caminante o turista que se acerque a este cerro de soledad, RESPÉTALO Y RECUERDA CON AFECTO EL PASADO QUE EVOCA, NO AÑADAS MÁS DAÑO A SUS PÉTREAS CICATRICES Y EN LO POSIBLE, COLABORA PARA QUE ESTAS VENERABLES PIEDRAS NO SEAN PASTO DE LA DESIDIA Y EL VANDALISMO. No quiero terminar sin dejar bien marcado el contenido de los apellidos MOYA, nuestra Villa natal a la que tanto estimamos e incluso nos hace sentir nostalgia, pero muy especialmente en el LIV Septenario de la Subida a nuestra Villa de la PERLA DEL MARQUESADO, que con ayuda de sus hijos se va a celebrar en Septiembre. Como moyano e hijo de esta tierra, que tantas alegrías nos ha brindado durante décadas, el contemplar y disipar a la lejanía estas piedras que con el paso del tiempo se van convirtiendo en meras reseñas de lo que fue este Marquesado en sus tiempos; no quiero acabar sin dar las gracias por la oportunidad que se me ha brindado en este cincuenta y cuatro Septenario de poder tansmitiros una pequeña reseña de lo que han sido y siguen siendo estas tierras, de lo que nos aportan y de la inmensa alegría que profeso al ser moyano e hijo de estos parajes históricos. Doy las gracias a la Junta de Festejos que hace posible que podamos REVIVIR cada siete años la época dorada de MOYA. ¡VIVA MOYA! ¡VIVA LA VIRGEN DE TEJEDA! PREGÓN DE FIESTAS III Julio Sánchez Sánchez Buenas tarde, autoridades, damas, danzantes, familiares, distinguido público. Cuando pedí 5 minutos para este acto memorable tenía pensado decir muchas, muchas cosas. Hoy me parece que me va a sobrar tiempo. Pero en fin… Me habéis recordado mis tiempos de profesor. Yo hubiera preferido que me llamaras maestro, con minúsculas, porque eso he querido ser. Y digo con minúsculas porque con mayúsculas los cristianos sólo tenemos uno: Jesús, el Hijo de María. Me agradecen la labor desarrollada durante estos meses como miembro de la Junta de Festejos de este LIV Septenario. No, no me lo agradezcais a mí sólo, pues he hecho lo que debería hacer: trabajar por esta tierra que me vio nacer y en la cual quisiera un día (a ser posible lejano) para siempre descansar. Por la Virgen, nuestra Madre a la cual muchas veces olvidamos y tantas veces invocamos. Agradezcamos a todos, miembros de la Junta o no su labor desinteresada, generosa y muchas veces silenciosa. Pero hoy quiero dirigirme muy especialmente a los jóvenes: A los que en estos momentos nos acompañan y a los que durante los próximos días vengan a visitarnos y deseamos que sean muchos. A ellos, para que además de los aspectos lúdicos de toda fiesta guarden en su memoria y en sus corazones dos sentimientos: UNO el amor a Moya, a su Ilustre invitada la Virgen de Tejeda y cómo no también a nuestro querido y venerado Santísimo Cristo de la Caída. Porque ellos, serán los que en tiempos venideros sientan estas viejas tradiciones heredadas de nuestros mayores, las conserven y transmitan a sus amigos y descendientes. Para que Moya, citando palabras de D. Carlos de la Rica deje de ser “patético monumento del olvido”. Por último quisiera recitar los versos finales de las “Glosas y Elegías de unas tierras fieles” pronunciadas por el insigne poeta conquense Federico Muelas en las ruinas del convento de las Monjas con motivo del 48 Septenario la noche del 21 de Septiembre de 1.969 “No, no podeís morir, pueblos que un día en pie pusisteis la mejor Historia. España os quiere vivos, no reliquias. ¡ Gentes del Marquesado que conjuga la fecha y pastorea la mirada de la Virgen, soñad; soñad conmigo! ¡Que en los nidales del ayer, mañana nuevas alas ensayen limpios vuelos! |
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