FRAY DOMINGO CORONADO
     
     Misionero Jesuita nacido en Landete y muerto en Pekín el 9 de Mayo de 1665. Estudió en Salamanca. Y allí vistió los hábitos de novicio en el convento de San Esteban. Estuvo de misionero en China donde murió. En el año 1664 pasó a la remota provincia de Xantung, a la ciudad de Zininteu donde levantó una iglesia y dijo misa en agosto del mismo año. ” En la obra, “De la historia de la Provincia del Sto. Rosario de Filipinas, Japón y China del Sagrado Orden de Predicadores” Vol. II. Año 1693 escrita por Baltasar de Santa Cruz aparecen datos biográficos de Fray Domingo Coronado. La transcripción del texto está hecha al castellano actual y no al del siglo XVII cuando fue escrita esta obra. “Nació el padre Fray Domingo Coronado en el Obispado de Cuenca en un pueblo pequeño junto a Moya, llamado Landete. Era de honrados padres y cristianos viejos, y por haberlos perdido a ambos en la niñez, quedó al cuidado de un tío suyo Beneficiado de aquel partido. Este lo crió y tuvo en su casa enseñándole virtud y las letras de que era capaz su niñez, esmerándose en ello como prenda tan propia. Siendo ya grandecillo, comenzó a platicar con él un buen casamiento, y de vitalidad con una Señora de la ciudad de Murcia, mas repugnándolo él, diciendo, que no le tenía inclinación al matrimonio, y habiéndola manifestado siempre grande a la Iglesia, para que le proporcionase mejor, le envió su tío a estudiar a Salamanca, donde esperaba verle muy adelantado, y luego ayudarle para que así fuera subiendo, que para todo daba muestras de buena capacidad y aplicación a los libros. Puesto en aquella Atenas de España, aunque trató de estudiar de veras, pero su conato lo tenía en estudiar virtud, y en huir de gente ociosa, que en aquella Ciudad quiere mucho estudio. Dio en frecuentar nuestro célebre, y siempre insigne convento de San Esteban de aquella Ciudad, y atraído de la gran virtud de aquellos Santos Claustros y perfectos religiosos, pidió en él el hábito, y todos concurrieron en dárselo con mucho gusto, por haber descubierto en el pretendiente señas de verdadera vocación y que Dios le llamaba para servirse mucho de él. Hízole saber a su tío el nuevo estado que había tomado, el cual no dejó de sentirlo mucho, porque ya había formado concepto de que había de ordenarse, y había de adelantar mucho su linaje con nuevos empleos en el estado clerical, y pagarle en ello el cuidado de la crianza; más viendo ser disposición de Dios trató de conformarse con su divina voluntad, y aún se tuvo después por muy dichoso por la seguridad del estado; pues no sabía si esperando en el siglo grandes aumentos de su sobrino , que le pudiesen a él valer también mucho…”.
     
     En el noviciado se sintió inclinado a entrar en una Orden religiosa y eligió la de Santo Domingo cuyo nombre llevaba, tomando el hábito y profesando en el Convento de San Esteban de Salamanca. Su época en el noviciado es descrita de esta manera: ”Entregose desde luego nuestro Fray Domingo con grandes veras al servicio de Nuestro Señor, y ejercicios del Noviciado, que le dejaron corriente la profesión; y después de ella añadió a la virtud y temor de Dios la aplicación a las letras, que son los dos polos sobre que se mueve honrosa nuestra Sagrada Religión de Predicadores y salió en ambas facultades muy diestro y aventajado a sus compañeros, tanto, que a los pocos años de profeso se le encomendó el oficio de Celador, que por ser aquella Casa de Novicios, es oficio de mucho crédito, y de no menor trabajo, parque está en medio de los prelados superiores, y los súbditos, siendo el inmediato ejecutor e intérprete de unos y de otros. Sirvió el oficio con grande satisfacción de todos; y por el mismo caso que no es absoluto, sino muy dependiente, es de no poca responsabilidad ”.
     
     Ordenado sacerdote sintió vivísimos anhelos por marchar a remotas regiones, dande faltaban misioneros que evangelizaran a numerosos infieles y pidió ser incorporado a la provincia dominicana del Santísimo Rosario que radicaba en Filipinas en el año 1648. Viendo sus superiores la disposición y entusiasmo del nuevo misionero le destinaron a Parian que fue para él el noviciado preparador para más importantes misiones. “donde aunque no le ocupó la provincia en cátedras, dio bastantes muestras de que era para leerlas, con actos Generales, que tuvo, y muchos Sermones que predicó en Manila, dando a entender su buena habilidad, y que empeñado en ellos, ninguno le había de hacer ventaja”. Estudió la lengua chinchea, que supo, y en que administró a los Chinas o Sangleyes del Parían de Manila. También se le ofreció ir a Camboya en una misión acompañando a unos soldados y oficiales españoles, que iban a aquel reino a hacer una Nao para estas islas. El gobernador había dado orden que fueran también religiosos de la provincia de Filipinas y el Prelado de la misma echó mano de Fray Domingo Coronado ”que hizo esta jornada con gran gusto; no obstante se vio obligado a volverse porque con la muerte del rey de aquel reino y entrada de otro se cerró la puerta del evangelio, con que los religiosos se tuvieron que volver, y bien mortificado nuestro Fray Domingo”. Después de su fallido viaje a Camboya pasó Fray Domingo Coronado a China por orden de sus superiores, aunque un viaje muy secreto por convenir así. Fue un viaje muy accidentado ”Se embarcó en compañía del padre Fr. Gregorio López; mas al desembocar por la isla, que llaman de Marivelez, les salió a recibir tal borrasca, que dando el Champán en unos bajos, y habiéndole hecho pedazos, y muerto mucha gente de la que llevaba, los dos compañeros se abrazaron del árbol mayor, que ya estaba en el agua, y allí luchando con las olas, y con la muerte, que tuvieron tan tragada, al fin escaparon por beneficio del Señor, que tenía guardados a sus siervos para servirse mucho de ellos. Volviéronse a Manila, como Dios les ayudó ”.
     
     Posteriormente, en el año 1655, el Padre Provincial de Manila, Fr. Pedro de Ledo, envió a China una importante misión de cinco religiosos, y entre ellos uno fue el padre Fr. Domingo Coronado, que llegado a aquel poderoso Reino, se empleó en predicar la Ley Evangélica durante 10 años hasta su muerte en 1665. Pasó en China por muchos lugares. ”Su primera asistencia fue en la provincia de Fokieng por nuestros partidos de Fogán; Exigencias imperiosas le obligaron ir a la provincia de Che-Kian, cuyo viaje puede considerarse como una verdadera epopeya a través de un país desírs desconocido y hostil, cruzando caudalosos ríos y ásperas montañas, durante bastantes días hasta llegar a la provincia protuguesa de Macao, creyendo encontrar entres sus habitantes los auxilios y socorros necesrios para sus misiones. Pero no llevando ninguna autorización de las autoridades portuguesas fue mirado como un intruso y se vió en la dolorosa necesidad de regresar otra vez por tan largos y difíciles caminos al punto de partida Nuevos y dilatados viajes tuvo que hacer posteriormente a Zu-bin-chen y a las provincias de Che-Kiang y Xan-Tung fundando aquí una misión que llegó a gran florecimiento cuando le cogió el edicto imperial ordenando presentarse en Pekin a todos los misioneros.
 
     Los mandarines y demás autoridades subalternas creyendo cumplir mejor con los mandatos del emperador empleando un exagerado celo, aprisionaron al P. Coronado y tratándole como reo de lesa majestad, lo enviaron a Pekin custodiado por una soldadesca cruel y soez, que emprendieron el camino llevándole siempre a pie y no escatimando los insultos, empellones y latigazos. Efecto de estas penalidades llegó enfermo gravemente, sin obtener el menor auxilio de sus verdugos, antes bien, trataron estos de robarle lo poco que tenía a cambio de problemáticos y escasos socorros. En tan lastimoso estado llegó a Pekin el 29 de Marzo de 1665 siendo presentado al juez que después de tomarle declaración lo mandó encarcelar hasta nueva orden. Fué llevado a una prisión donde halló a otros tres religiosos jesuitas y al franciscano Fray Antonio se SantaMaría.
     La descripción de esta prisión la narran así los jesuitas que con él estaban: "es esta cárcel tan estrecha que apenas podían caber los cinco presos recostados, con la circunstancia de tener dos ventanas en su frente, con seguros enrejados por donde eran vistos y burlados por los muchos ociosos que pasaban por la calle; porque siendo extranjeros y tenidos como traidores los consideraban reos de la muerte más cruel y afrentosa."
     Grande alegría tuvieron los presos cuando entró a unirse con ellos el P. Coronado preparándose todos para el gran combate que iban a tener; más el dominico, sintiéndose por momentos sin fuerzas, agravada su enfermedad y próximo su fin, se preparó devotamente a este supremo trance. Más a la mañana siguiente se notó tan extraordinariamente bueno y con tales fuerzas y ánimos, que todos juzgaron ser una señal del cielo para resistir animosamente los padecimientos que esperaban habrían de venir.
     Llevados los presos ante el juez, fueron nuevamente interrogados y con no poca sorpresa de ellos puestos en libertad, aunque sujetos a estrecha vigilancia, mandato que se trocó por comodidad de sus guardianes en nueva y peor prisión, hacinándolos en hediondo calabozo en unión de criminales de la peor especie.
     Otra vez recayó Coronado en su pasada enfermedad, agravándose de tal modo que sus compañeros de penalidades, los tres Padres de la compañía y el franciscano, lograron mediante un sacrificio pecuniario que sus guardianes les dieran por prisión un antiguo y abandonado templo pagano, pero siendo éste excesivamente húmedo y careciendo de ventilación, nada ganaron con el cambio; más con las limosnas que recibían de algunos cristianos sobornaron a sus guardianes y consiguienron que les llevaran a una de las abandonadas iglesias católicas que por designios de la Providencia fue la misma de la que era párroco el P. Fray Antonio de Santa María, su compañero de infortunios. Agravóse el P. Coronado de tal modo, que perdida toda esperanza le fueron administrados los Santos Sacramentos y murió el 5 de Mayo de 1665, siendo su cuerpo enterrado en la misma Iglesia.
     Los jesuitas que tan caritativa y asiduamente le auxiliaron y socorrieron afirmaron en carta que enviaron al Provincial de los dominicos que Fray Domingo murió como verdadero mártir por los sufrimientos y malos tratos que sufrió durante su penoso camino y durante su prisión, todo por predicar y defender la causa y doctrina cristiana entre los infieles de China.
     De la misma opinión fué Fray Antonio de Santa María del cual son las siguientes palabras. "Murió en el Señor el padre Fray Domingo Coronado en la iglesia de los padres de la compañía que está la banda de oriente en la Corte de Pekin, ya sacramentado y oleado; su tránsito fue el 9 de Mayo de 1665 a las cinco de la mañana poco más o menos, día de Sábado y de San Gregorio Nacianceno. Murió preso por nuestra Santa De Católica, por ser Predicador de ella en ese Reino que por sobrevenirle no sé qué enfermedad maligna en las cárceles y ocasionadas de ellas y de las incomodidades; estando preso final conmigo y otros PP de la Compañía de Jesús por la causa susodicha le concedieron salir de la prisión que era un etemplillo de ídolos en que nos pusieron y le remitieron a la Iglesia donde expiró."
 
     Su pueblo natal, Landete, le tiene dedicada una calle en su nombre y la Biblioteca Pública Municipal de la localidad está también dedicada a él. Es de bien nacidos ser agradecidos.
 
  Mariano López Marín   Álvarez M. del Peral  
  Revista de la A.A.M. Nº52 Julio 2020   El Día de Cuenca. 9 de Marzo de 1928  
      
 
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