CONVENTO DEL SANTO CRISTO DE LA VEGA

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     El convento de SAN FRANCISCO DE LA VEGA está situado en la vega que discurre junto al rio Algarra y al pie del cerrito llamado Ceja de San Francisco.
     
 «unos mil pasos al Occidente; pero tiene tan áspera y penosísima subida al dicho pueblo que siempre se tendría mejor partido y convenencias el caminar por tierra llana una o dos leguas, que ascender por tan inaccesible risco, aquella sola milla »
     
     Su historia comienza en la segunda mitad del siglo XVI cuando un matrimonio de Moya - Francisco Caballón y Beatriz Ana Balacloche- decide fundar a sus expensas un convento, bajo la advocación de San Francisco de Asís. (1586)
     
     Aceptado el ofrecimiento por la Orden Franciscana se firmó entre las partes la correspondiente escritura de Cesión (1587): comenzaron las obras y con tanta celeridad que en Marzo del mismo año ya tomó posesión de la parte habitable el superior de este Convento Fray Bernardino de Carrascosa y cuatro religiosos más; según unos números que aún existen en la puerta de entrada, se terminó en el año 1.612, aunque restos puramente ojivales en las dependencias del Claustro, no sería posteriores de mediados del Siglo XV.
     
     A principios de 1.591 ​ el número de residentes alcanza a once religiosos. A finales de la misma época el Marqués de Villena Juan Gaspar Fernández Pacheco (1.574-1615), entra a formar parte del Patronato del Convento (1.598).
     
     Inicialmente, el Convento de Moya perteneció a la Provincia Franciscana de Valencia. Sin embargo, a finales del siglo XVII (1.631) pasó a depender de la Provincia Franciscana de Cartagena, un amplio territorio peninsular entre Molina de Aragón y Almería.
     
     La vida de estos religiosos perduró en las tierras de Moya bastantes años, hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1.836, y en esa fecha la Orden los trasladó a Toledo, quedando este lugar abandonado; a partir de ahí, el expolio del Convento y la expropiación de la finca que con tanto amor trabajaron con sus propias manos estos religiosos.
     
     Consta que la Comisión Provincial de desamortización de Cuenca hizo entrega de los ornamentos del convento a D. Vicente Olivares, Párroco de Alcalá de la Vega, delegado del Obispo de Cuenca.
     
     Entre los objetos muebles y ornamentales del Convento había un «Santísimo Cristo de la Vega», estimable obra de veneración popular desaparecida con la desamortización.
     
     El Convento disponía de una casa-convento para dos docenas de religiosos (situada en posición meridional), con una iglesia conventual (al norte), que se extendía hacia el río Algarra y otras dependencias, entre ellas una bodega excavada en la roca del monte con la entrada en arco ojival.
     
     Una calzada que atravesaba el río Algarra por un puente, unía el convento con la antigua población de Moya, ascendiendo por la ladera noroeste del cerro y atrsavesando la muralla septentrional por la denominada "puerta falsa". Dicha puerta se abre en el sector septentrional del tercer recinto (sigloXIV) denominada "Puerta de San Francisco" tras la construcción del convento y de la vía quye le unía con la villa (finales del siglo XVI, principios del siglo XVII).
     
     Aparte de las obras del convento en sí, eran dueños de 3,20 Has de regadío y 1,38 Has de secano.
     
     El regadío está situado dentro de unas paredes que todavía se coservan y en la parte Oeste de la finca hay un depósito para la recogida de aguas todo él forjado con piedras de sillería, y dentro de este recinto amurallado es donde los religiosos franciscanos trabajaban como hortelanos y verdaderos cristianos piadosos dentro de la Orden de San Francisco de Asís.
     
     Desde el depósito de recogida de aguas, aunque abandonado, salía por la parte Sur del mismo una red de acequias tan bien realizadas que parece obra de los árabes, para regar la parte Oeste y Sur de la citada finca dentro de las murallas del recinto.
     
     Si se realizara hoy en día una excavación en la finca que hay al lado del Convento por la parte Norte, descubriríamos el nacimiento de una fuente revestida toda ella con piedras de sillería, que estos hermanos le dieron salida al depósito antes aludido para la recogida de la misma y regar su finca, aparte de la arboleda que existía. (Fuente vista por el autor de estas líneas).
     
     Desde lo alto de la Villa de Moya se divisa muy bien el citado convento y algunos religiosos predicaron en las Iglesias de la Villa en ciertas ocasiones y festivales que se hacían en la misma, así como también recibían en ls rogativas que realizaban las distintas cofradías que inexorablemente tenían que hacer para hacer parada ante el Santísmo Cristo de la Vega, donde el Padre Guardián del Convento ofrecía un vino de honor a los asitentes de la Cofradía y se seguía con la rogativa a la Ermita de San Sebastián donde se celebraba una Misa.
     
     En el año 1.734 decretaron los Cofrades de la Santa Vera Cruz, que respecto de la necesidad que tienen los trigos de agua, se hiciese estación al Santísmo Cristo de la Vega, y enviaron al Padre Guardián del convento de San Francisco un recado pidiendo su beneplácito para entrar en la Iglesia.
     
     Por su leyenda que existe actualmente en la Catedral de Toledo que copiamos literalmente dice así:
          
          
     
          
     "Había en Toledo dos amantes: Diego Martínez e Inés de Vargas. Ambos habían mantenido relaciones y ella, ante el conocimiento que tenía de tal hecho su padre, exige a su enamorado que reponga el honor contrayendo matrimonio. Él contesta que debe partir a Flandes, pero que a su vuelta, dentro de un mes la llevará a los altares. Inés, no muy segura de sus intenciones, le pide que se lo jure. Diego se resiste hasta que ella consigue llevarlo ante la imagen del Cristo de la Vega, y que en voz alta y tocando sus pies jure que al volver de la guerra la desposará. El tiempo va pasando y Diego no vuelve; ella se acerca todos los días al Miradero para observar el horizonte. Pasados tres años vio un tropel de hombres que se acercaban a las murallas, entre ellos reconoció a Diego, pero él no hizo caso. Llegaba convertido en Capitán; pero aunque Inés lo llamaba, él con palabras despectivas dio espuela a su caballo y se perdió en las calles de Toledo.
                                                          
     Inés acudió a la Justicia para exigir lo que Diego le prometió. El Juez hace llegar ante él al Caballero y le pregunta sobre el asunto referido por Inés. Él niega conocerla y su promesa. Consultada ella por un testigo que certifique lo que dice se acuerda del Cristo de la Vega. Bajan todos en procesión a la Basílica y el Juez con la Biblia en la mano pide a Cristo que jure que es cierto lo que dice Inés. Cristo baja su mano del madero y con ella en el libro sagrado dice: JURO.
     
     Ambos jóvenes renunciaron a las vanidades del mundo e ingresaron en sendos Conventos"
     
   Hubo en este Convento de San Francisco de la Vega de la Orden de San Francisco de Asís los siguientes:  
     
Año 1.632 Cristóbal Tardío. (Guardián) José Navarro
Angel Herrero Antonio Arguisuelas López
Año 1.639 Miguel Almengues Campo. Presid. Buenaventura Lozano
Juan de Frías Bartolomé Lucas Abellán
Pedro de Urbista 1.787 Esteban Jesús Lozano (Guardián)
Pedro Irueste Zapata 1.789 Antonio Real (Guardián)
Juan Antonio Padilla 1.789 Fr. Cristóbal López Prd. Conventual
José García 1789 Fr. José Polo Gil. Lector de Moral
Bernabé Pérez Donoso Juan José Cuevas
Jacinto Velilla Rafael Cuco
Manuel Angel Antonio Romero Colas
Pedro de Talavera 1.823 Silverio Gómez (Guardián)
                            
     Con esto terminamos la Leyenda del Santísimo Cristo de la Vega que se veneró en esta Villa desde el año 1.612 hasta la desamortización de Mendizábal en 1.836 y que tan olvidado tenemos los habitantes de Moya. Todo y lo único que se ha realizado ha sido su abandono, la desidia y el expolio, sin que nadie aún hoy en día se haya preocupado lo más mínimo si no es para hacer chistes fáciles sobre supuestos túneles secretos y demás historietas de frailes y monjas.
 
     Como dice UN BUEN AMIGO DE MOYA, José Benedicto Sacristán: "El caminante que se acerque a este rincón de soledad, RESPÉTALO, y recuerda con afecto el pasado que evoca, no AÑADAS más daño a sus pétreas cicatrices, y en lo posible, COLABORA para que esa Ermita o Iglesia y esas venerables piedras no sean pasto de la desidia o el vandalismo.-GRACIAS-.
     
  Alfonso Martínez González
  Ex- Secretario del Ayuntamiento de Moya.-
 
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